Todos los públicos
Un día en el Teatro acerca e inicia en los diferentes lenguajes teatrales: el mimo, la danza, el clown, los títeres, el circo, la música… El espectáculo comienza utilizando la luz, que toma forma para llegar a convertirse en un personaje que adquiere corporeidad: es el actor, ahora identificado por la nariz roja de los payasos, esa nariz que desde el principio hasta el final será fuente de conflicto y de juego. Los actores se mueven, juegan con la luz, tropiezan, caen, vuelve a levantarse en un juego rítmico que termina convirtiéndose en una coreografía. Surge la Danza; el lenguaje del cuerpo. La nariz de payaso vuelve a ser el motivo para la aparición de un nuevo personaje, captando la atención de los espectadores que hace aparecer de la nada más narices rojas. Es un mago, que juega con el público y de ese juego entre dos surgen primero las onomatopeyas, después la palabra, después el texto, luego la historia y por último, la narración, y con el mismo orden natural llegamos a los libros. El libro como escenografía de la que surgen miles de personajes. Nuestro títere más querido Pelegrín, en su línea de no hacer nada de lo que se espera de él, se escapa de uno de los libros, deja de ser una ilustración y enseña al público como está construido, como se mueve y también cuenta su historia.